Tecnología y enseñanza.

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Hoy en día, vivimos en un mundo globalizado en el que constantemente estamos rodeados por la tecnología diariamente. Esta tecnología está diseñada para facilitarnos la vida, pero avanza a un ritmo trepidante y lo hace sin parar. Por tanto, todo esto nos crea la necesidad de tener que estar al día de todas las novedades que nos rodean o, por lo contrario, nos quedaremos obsoletos. Por otro lado, en lo relativo al campo educativo, tampoco podemos obviar que, desde hace unos años, esos recursos también han llegado a nuestras aulas y ha supuesto una gran revolución tal que, en demasiadas ocasiones, nos vemos perdidos si estas fallan. En lo relativo al campo de la enseñanza de lenguas extranjeras hemos de hacer la siguiente reflexión: ¿qué ventajas nos pueden aportar estas nuevas tecnologías a la hora de aprender o enseñar un idioma? 

¿Qué pueden aportar las nuevas tecnologías a la enseñanza de lenguas?

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Primeramente, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación nos permiten tener una conexión instantánea con el mundo que nos rodea y eso permite que podamos, con un solo clic, obtener la información que precisemos en cualquier momento y en tan solo cuestión de segundos. Esto aplicado a la enseñanza es una gran ventaja, pues aporta infinidad de recursos de los que se pueden servir, tanto el docente como el alumnado a la hora de aprender.

En lo relativo a la enseñanza de lenguas, una de las grandes ventajas de las nuevas tecnologías es que nos permiten llevar la realidad externa, es decir, la lengua real de la calle para poder enseñarla dentro del aula. Todo ello nos es de gran utilidad si enseñamos en un contexto de inmersión, pero aún tiene mayor importancia si impartimos clases fuera del país, pues te va a permitir llevar a tu aula un input real al que no pueden acceder con facilidad, así como trabajar con diversos aspectos como los socioculturales de un modo más sencillo. 

Desde el punto de vista del docente, una de las grandes ventajas de las nuevas tecnologías es, sin duda, la posibilidad de modificar nuestra manera de impartir docencia, hacerla más cercana y adaptarla a las necesidades y motivaciones de nuestros alumnos, pero también nos aporta muchos recursos útiles para llevar a nuestra aula lo que nos servirá, no tan solo para planificar la docencia, sino también para ofrecerle una educación de calidad al estudiantado. Por otro lado, estas herramientas nos permiten, entre otras cosas, poder mantener el contacto con nuestros alumnos, y así, facilitarles el aprendizaje. Entre las diversas posibilidades que tenemos están: el poder colgar nuestros apuntes, ampliar conocimientos de una manera más lúdica, resolver dudas, hacer un seguimiento del aprendizaje más detallado, crear actividades más interesantes, buscar inspiración para crear materiales, ofrecer feedback, etc. Asimismo, en relación con todo lo anterior, es vital no olvidar que para ofrecerles una docencia de calidad no basta solo con saber manejar los aparatos electrónicos, sino que debemos de formarnos para así sacar el máximo provecho a las herramientas de las que disponemos y esto es, sin duda alguna, nuestra responsabilidad si queremos ser docentes competentes.

Por consiguiente, si para el profesorado son una fuente inmensa de recursos útiles, también jugarán un papel importante para nuestros aprendientes. Internet puede ofrecer a nuestro alumnado la oportunidad de poder formar parte de una comunidad, contactar con personas del país de referencia de la lengua, entre otras muchas cosas, pero quizás, la mayor ventaja es, sin duda, las posibilidades que le ofrecen todos estos recursos para poder ir autorregulando su propio aprendizaje. Algunos de ellos pueden ser: diccionarios en línea, páginas web con traductores, webs con actividades, vídeos de YouTube, series y películas en versión original, etc...

A modo de reflexión final, es bien sabido que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación nos son de gran utilidad y nos dan la oportunidad de mejorar la calidad de la educación, pero tampoco podemos olvidarnos de que por sí mismas no facilitan el conocimiento, al igual que tampoco deben guiar toda nuestra práctica docente pues no deben sernos imprescindibles, sino facilitadoras. 

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